SINOPSIS:
Historias de un Pobre Gallinazo es, en esencia, una cautivante narración que
combina magistralmente dos de los más exigentes géneros literarios: el humor y
el erotismo. Con una prosa desenmarañada y divertida, vibrante y azul, el autor
nos incita desde la primera frase a viajar por las pasiones, por los recuerdos,
por el alma misma del protagonista, de un hombre que, muy a su pesar, "no
ha querido como ha querido", de un personaje que, a la orilla de sus
cuarenta años, ha llegado a la plena conciencia de sus soledades y, quizá, a la
raíz de sus muchos desencantos. Juan Bernardo Montoya consigue, aunque no
siempre, "solazarse con sus propias desgracias vistas en retro", y lo
hace de la mejor manera posible, transformando sus monólogos - su hondo sentir
- en extensos diálogos, en graciosas y chispeantes charlas con dos de sus
mejores amigos. Esta última característica, valga señalarlo, es uno de los
logros más sobresalientes de la novela.
Historias de un Pobre Gallinazo es un relato actual, tan actual que nos
interroga y nos desafía en un pasaje que es, de por sí, un poderoso ensayo, una
penetrante y bien fundada visión de la sociedad colombiana del transmilenio.
Varios personajes, con mayor o menor fuerza, fustigan y deshacen los sofismas y
los enmascaramientos que hemos acogido como verdades a lo largo de varias
décadas. Es finalmente, un fascinante acopio de episodios que, en su mayoría,
tienen lugar en Medellín, en la que fuera y en la que es.
Sin duda este trabajo novelístico posee
suficientes méritos para que su autor, Juan Carlos Díez, se sume
a los escritores jóvenes que aspiran a ascender a lo más alto de las grandes
letras colombianas.
[Fuente: contraportada libro
impreso]
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