SINOPSIS:
Los
clásicos con humor
Teatro y cine, melodrama y radio,
historieta y literatura... Cultura de las trasposiciones, vienen llamando
semiólogos y estudiosos de la comunicación a esa deriva interminable en la que
textos, medios y lenguajes intercambian reglas, espacios y retóricas, sufren
mutaciones, reversiones y reescrituras, son citados, aludidos, misturados.
Estos cruces siempre han acontecido de alguna manera, pero no con la virulencia
y la riqueza con que se producen desde el siglo veinte a esta parte, bajo el
influjo creciente de los medios masivos de comunicación.
“Los clásicos según Fontanarrosa”,
una serie de historietas que parodian textos canónicos, es sin duda un producto
representativo de esta cultura. Publicado en formato libro en 1999, la obra
reúne trabajos aparecidos en la mítica revista Satiricón.
Según declaraciones del mismo
autor, su trabajo sobre los clásicos no surgió por la presión que ciertas
lecturas eruditas pudieran haber ejercido sobre un historietista profesional.
Fontanarrosa intuyó que en los clásicos había un filón para explotar humorísticamente
y por ello se abocó a la lectura de las adaptaciones infantiles de Billiken, al
tiempo que recordaba sus tempranas lecturas de la colección Robin Hood o la
escucha de algún radioteatro basado en un clásico literario. Sus versiones, en
cierto sentido, se acoplarían así a una larga cadena de traiciones. Si se
atiende a su etimología, la voz “parodia” sería algo así como cantar de lado,
en falsete. En ese sentido, las parodias de Fontanarrosa estarían cantando con
otra voz, en otro tono, las melodías clásicas. Un suerte de enunciación
deforme, un contracanto apoyado en un pentagrama que hace de modelo pero al que
no se quiere o no se puede, por cierta fatalidad existencial —la de ser un
provinciano formado en la lectura de historietas y colecciones infantiles, por
ejemplo—, serle fiel. Sin embargo, no por esto la transformación a la que se
someten los textos cae en lo satírico.
En un trabajo sobre “la narración
del humor” en la literatura argentina, el escritor Pablo De Santis señala que
la convivencia con el modelo que supone la parodia en Fontanarrosa “es una acto
de amor con respecto de aquello que es parodiado”, “un rescate, una salvación”.
Si es cierto que todo chiste tiene que ver con una verdad, en la contratapa de
“Los clásicos” el rosarino agradece la colaboración de aquellos autores “sin
cuya inestimable, invalorable e involuntaria ayuda, no hubiese sido posible
esta obra”. La factura del libro exhibe procedimientos que han sido explotados
con solvencia en sus creaciones de más largo aliento, como “Inodoro” o
“Boggie”. Su humor es preferentemente literario, esto es, muchas veces puede
prescindirse de las imágenes —exceptuando “Pabis, Gurus, Laxos & Praxis” y
“Moby Dick”, donde el dibujo gana expresividad— sin que el efecto cómico se
deteriore o debilite. Fontanarrosa es harto sensible a los giros coloquiales, a
los clichés, a las jergas, a los refranes, para viciar, viñeta a viñeta, el
aire sagrado o solemne que pudiera desprenderse auráticamente de algunas de las
historias de origen, que a veces parecen meros trampolines para lanzarse al
disparate verbal. Para ello, suele asimilar rasgos de estilo —como las
paráfrasis y las adjetivaciones en “La Ilíada” y en “La Odisea”, el hipérbaton
y la aliteración en “Otelo”— para deformar los argumentos a través de
referencias a la canción popular, las prácticas y costumbres nativas, los
sucesos de la actualidad, los productos de consumo masivo. Esa relación
desprejuiciada con la literatura que siempre exhibió Fontanarrosa desdice hasta
cierto punto la invitación que recibiera por parte de la Real Academia Española
o el mismo énfasis con que durante varias décadas algunos estudiosos —en un
impulso populista o iluminista, según el caso— intentaron dotar a la historieta
de rango literario, aseverando que se trataba de una “literatura marginal”, o
de esteticidad alta, llamándolo “noveno arte”, cuando en realidad se trataba de
un modo relativamente nuevo, masivo y artesanal a un tiempo, de contar
historias con imágenes y palabras, en algunos casos, rebosantes de humor.
Publicado en "Señales", La Capital, 29/7/07 Diego Colomba
[Fuente: https://lasdelenguadelnacio.blogspot.com/2011/03/los-clasicos-segun-fontanarrosa.html]
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