SINOPSIS:
No vio Kafka las gigantes ciudades
de hoy; apenas conoció los metros rudimentarios de París de los años diez, pero
la vida oficinesca y el autoritarismo familiar fueron suficientes para que
develara la esencia del hombre moderno, fragmentado e impotente.
Josef K, el protagonista de El
proceso, dice gráficamente que se acordaba de las moscas que
con sus patitas rotas quieren escapar del papel engomado. Esta
impresión de total incapacidad, de paralización absoluta ante las
circunstancias, es el tema central de toda su producción literaria. La
realidad, extraña y enemiga del hombre, fue expresada por Kafka sin patetismo
ni queja; no hay llanto en sus obras, mucho menos panfletos políticos. Recurrió
a lo más inesperado: la risa. El humorismo es el realismo llevado
a sus últimas consecuencias, explica Augusto Monterroso. Kafka solo
reconfirmó que todo lo que hace el hombre es risible. Se reía, pero en serio,
es decir, trágicamente.
[Fuente: contraportada libro impreso]
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