SINOPSIS:
El estudio de las Voces y Dichos del habla santandereana, que el lector
emprende con ánimo curioso, es la presentación ordenada de numerosas palabras y
expresiones, que interpretamos de acuerdo con su significado vernáculo y que
aún no reconoce la Real Academia Española de la Lengua. Para realizarlo
consultamos cuidadosamente muy importantes obras, incluidas en el registro
bibliográfico de las últimas páginas, y además, de modo principal, nos auxilió
el oído atento a la conversación de nuestros paisanos de todas las categorías:
gentes de activa vida social, profesionales, estudiantes, obreros, campesinos y
la humilde gleba de los pequeños burgos.
“El estudio de las Voces y Dichos del habla
santandereana, que el lector emprende con ánimo curioso, es la presentación
ordenada de numerosas palabras y expresiones, que interpretamos de acuerdo con
su significado vernáculo y que aún no reconoce la Real Academia Española de la
Lengua.
Para realizarlo consultamos cuidadosamente muy
importantes obras, incluidas en el registro bibliográfico de las últimas
páginas, y además, de modo principal, nos auxilió el oído atento a la
conversación de nuestros paisanos de todas las categorías: gentes de activa
vida social, profesionales, estudiantes, obreros, campesinos y la humilde gleba
de los pequeños burgos.
Aquí aparecen las voces, su posible o verdadera
raíz etimológica, su significado, los sinónimos, el ejemplo de su uso y
propiedad. Y para matizar el comentario, si acaso no
redundaba, hicimos la cita literaria o folklórica.
Los Dichos están interpretados conforme a su empleo
circunstancial y vario, procurando agruparlos, lo mismo que los vocablos. Para
esto, mencionamos uno, que a manera de patrón, hiciera posible el estudio de
los otros. Y no satisfechos con la búsqueda de los similares en nuestra tierra,
trajimos de todo Hispano-América, aquellos que dicen lo mismo con otras
palabras.
Observando lo anterior, debemos añadir, que las
Voces apuntadas proceden o de sus parientes lejanas las castizas, o del
lenguaje de los indígenas, o tienen una formación caprichosa, generalmente
onomatopéyica, o su cuna está en idiomas extranjeros.
Y en cuanto al Dicho, no sobra repetir, que éste en
su sentido propio, es distinto del proverbio, del adagio, del refrán, de la
sentencia, del apotegma, del aforismo y del epifonema, aunque a todos se les
llame Dichos. Las diferencias son las siguientes: el proverbio habla para
edificar: "La justicia conserva los pueblos"; el adagio contiene una
sentencia de orden moral: "Primero se coge un mentiroso que un
cojo"; el refrán expresa un concepto popularmente admitido como cierto en
forma permanente y aguda: "No hay peor sordo que el que no quiere
oír"; la sentencia es una conclusión sacada del conocimiento de los
hombres: "Lo que más abunda es la ingratitud"; el apotegma es una
frase erudita, histórica y solemne: "Todo lo pueden hacer los tiranos,
menos sentarse sobre las bayonetas"; el aforismo expresa una fórmula clara
y concisa que resume doctrinas religiosas o científicas: "No hay efecto
sin causa"; el epifonema es una reflexión acerca de un acontecimiento o de
un suceso que nos afectó: "No vuelvo a moler con yeguas", especie de
moraleja. Advertimos, de paso, que el adagio y el proverbio
guardan muchas semejanzas.
El dicho, en cambio manifiesta, bien comparado o
exagerado o burlando, situaciones, carácter, conducta, defectos, cualidades
etc., del hombre, por lo regular en forma indirecta, a veces casi enigmática,
pero no ausente de agudeza, por ejemplo: "llenar la chaqueta",
"comer piña". A estos dichos nos referimos en este trabajo, que
constituye en realidad y ante todo, un Diccionario de frases proverbiales o de
modismos del habla comarcana, que no tienen estructura de oración completa,
pero que encajan dentro del espíritu del DICHO, tan amplio y acogedor, como que
permite que así se llamen las variadísimas maneras de darle fuerza, ingenio,
emoción y colorido al lenguaje de los pueblos.
Dejamos a los eruditos la discusión sobre la
utilidad que esta clase de ensayos pueda tener para la Paremiología, pero lo
que sí sabemos es la importancia de ellos en el aprecio de la vitalidad,
agilidad, riqueza y poder interpretativo del idioma castellano. Esto es
suficiente para dignificar nuestro esfuerzo de hacer el examen del habla de
quienes habitan una región amurallada por selvas y montañas, que son parcos en
palabras y severos en darle a la vida cierto aire de milicia en que el sentido
de lo práctico se hermana con nobles objetivos del espíritu.
Los estudios gramaticales de insignes colombianos
ocupan cátedra en la enseñanza del idioma en España y América. A esa ilustre
teoría llega este trabajo, que si no posee la profundidad de los realizados por
Cuervo, Uricoechea, Caro, Suárez, el Padre Félix Restrepo y otros sabios maestros,
sí da testimonio del fervoroso interés porque se continúe sin tregua la
gloriosa tradición que tantas palmas académicas ha merecido a nuestra patria.”
El Autor (Jorge
Sánchez Camacho)