SINOPSIS:
Una selección de los episodios literarios más
turbadores y voluptuosos, protagonizados por las mujeres más sensuales,
transgresoras e irresistibles.
Esta antología recoge algunos de los mejores
fragmentos de novelas o relatos eróticos escritos desde el siglo XVII hasta la
actualidad, en los que las mujeres son protagonistas por ser seductoras, por
dejarse seducir, por retozar en sus lechos de placer o por hablar sin complejos
de sus pasiones.
Los escritos escogidos proceden de Wilhelmine
Schroeder-Devrient, el conde de Mirabeau, Cora Pearl, John Cleland, Nicholas
Chorier, Pidansar de Mairobert, D.H. Lawrence, Leopold Sacher-Masoch, E.T.A. Hoffman,
la sumisa y Ana de Rivera. También se incluyen obras anónimas de la época
victoriana como Flossie, Las lujuriosas
memorias de una joven y apasionada muchacha, Escenas lascivas en el convento y
Confesiones voluptuosas de una elegante dama francesa. En todos los casos,
Alicia Misrahi ha seleccionado pasajes y episodios no sólo por su valor
literario, sino por su alta carga erótica y por las enseñanzas sobre la
sexualidad que encierran.
[Fuente:
contraportada
libro impreso]
En este libro la mujer es protagonista sea porque
despierta al sexo tardíamente, como Lady Chatterley, que conoce la pasión con
Mellors, el guardabosque, por primera vez o porque es puro fuego desde muy
joven, como Flossie, una preciosa adolescente con cuerpo de mujer que se
entrega sin pudor a juegos sexuales con lengua y espera con impaciencia el
momento de iniciarse en la penetración.
Hay testimonios de mujeres, como el de la cantante
Wilhelmine Schroeder-Devrient que narra su gustosa iniciación al coito o, ya en
nuestros días, el de arena, una sumisa y masoquista que cuenta uno de sus fines
de semana, prolijo en morbo, varazos y sexo. Pero también hay descripciones de
cómo los hombres ven a las mujeres y el sexo como el descubrimiento del
cunnilingus que hace el seductor Frank Harris, que tan útil le será durante
toda su vida, y los ceremoniosos encuentros de Fanny Hill, en el que las
mujeres se excitan al ritmo que marcan los hombres y siempre están dispuestas.
Hay también relatos divertidos y muy morbosos, como
las aventuras sexuales de las monjitas con su jardinero -es sabido que los
jardineros son muy socorridos para estos menesteres- en el típico relato
victoriano Escenas lascivas en el
convento o la improvisada y ocurrente voyeur de Memorias de una cortesana veneciana.
La antología recoge relatos explícitos como el
doble intercambio de parejas de La
educación de Laure y relatos que no dan tantos detalles, pero no por
ello son menos excitantes como Anandria
o Confesión de la señorita Safo,
donde la protagonista tiene cuatro encuentros sexuales con otros cuatro
hombres.
Hay mujeres torturadas, como las protagonistas
de Sor Monika, que tienen
que aprender lo que es el dolor y el placer y torturadoras, como la magnífica
Wanda de La venus de las pieles o
la en principio sometida esposa de Eternamente
tuya, que se venga maliciosamente de su marido en un sueño.
El resultado es un juguetón repaso a las diferentes
ocasiones en que las mujeres son protagonistas del sexo, sea porque se dedican
a ello profesionalmente, como algunas cortesanas de altas ambiciones y
honorarios altísimos o algunas aspirantes a cortesanas; porque son iniciadoras
o domadoras de hombres y los llevan a la perdición; porque inician a otras
mujeres en el sexo; porque se inician asombradas y anhelantes mirando como sus
mayores follan; porque dirigen las pasiones de los hombres; porque los
torturan; porque se dejan llevar por la curiosidad y comparten su sensualidad
con sus amigas; porque no tienen ningún problema en narrar con pelos y señales
en primera persona sus aventuras sexuales; porque sueñan; porque anhelan;
porque cumplen deseos y caprichos...