SINOPSIS: “Se me paró el negocio es
una novela de Hernán Hoyos. La historia cuenta la crisis matrimonial que
enfrentan Benito y Verónica. El esposo sufre de impotencia sexual, el psiquiatra
de la esposa le recomienda que tenga relaciones sexuales con otros hombres para
que no enloquezca. Benito se propone ayudar a su esposa. Conocen en una piscina
de Melgar a Nepomuceno, un hombre bien dotado dispuesto a ayudar con la causa,
que además parece gustarle a Benito.
Verónica es
separada, tuvo en su anterior matrimonio a Yenny quien es novia de Pepe
Haas, un costeño mal hablado. Melquisedec es el vigilante, Betulia la empleada
y por último, un sacerdote amigo de la familia. La pareja de esposos es
descubierta por la hija mientras Nepomuceno se acuesta con su madre. Yenny es
descubierta en el baño por sus padres en el momento en que Pepe la penetra por
detrás. El cura es homosexual, a escondidas le hace sexo oral a Pepe Haas;
Melquisedec somete a Betulia sexualmente mientras los patrones no están, todo
queda grabado en una cámara de filmación que Yenny dejó para pillar nuevamente
a su mamá y así exigirle el divorcio con su padrastro.
A simple
vista parece una película porno. No obstante, estaríamos ante una película
porno existencialista o filosófica. Temas como el sexo, la crisis matrimonial,
la homosexualidad, la infidelidad, la hipocresía, la religión, se van develando
en las acciones más grotescas y cómicas que nos presenta el autor.
En la
lectura que hice de la novela lo que prevalece es el conflicto que genera la
religión.
Las
preguntas que hay de fondo son ¿cómo cumplir con los dictámenes de la moral
cristiana? ¿Por qué inmiscuirse en la vida privada de las personas? ¿Por qué el
sexo se convierte en un juicio de valor frente a las personas que nos rodean?
Para ser más concreto: Betulia, la empleada, en cada instante evoca el juicio
final, la condena en el infierno, por todo lo que está sucediendo en la casa
donde trabaja. No obstante, cuando sus patrones se van aprovecha y se acuesta
con el vigilante, la manera en la que le gusta hacerlo es siendo sometida y que
su verdugo le diga obscenidades. ¿Quién es Betulia para juzgar a los demás? El
comportamiento de este personaje evidencia la pugna entre el deber ser y el
querer hacer. En este caso predomina el segundo, así las cosas ¿Betulia debe
sentir culpa?
En realidad no comprendo qué es
lo que buscan los críticos, lo que podría especular es que aún están centrados
en construir verdades absolutas, en dirigir los gustos estéticos de las
personas, creo que las categorías que emplean como buena o mala literatura se
remiten a una concepción de lo que consideran que debe ser la literatura; Hernán
Hoyos está del otro lado, es decir, lo que quiere hacer de la literatura.” Por
Daniel Zapata