lunes, 26 de diciembre de 2022

Bitácora del naufragio - Mario Mendoza


SINOPSIS:

Al igual que los niños que seguían al flautista de Hamelin, la humanidad caminaba con alegre indiferencia hacia el desastre, convencida de que sus excesos y avances eran prueba de evolución y desarrollo, hasta que surgió la pandemia que puso al mundo entero patas arriba. De la noche a la mañana todo se ralentizó o se detuvo, el tiempo se distorsionó y muchos tuvieron la sensación de estar atrapados en un bucle de pesadilla. Mario Mendoza anticipó con lucidez este desastre en varias de sus novelas como Lady Masacre, Diario del fin del mundo, Akelarre y Crononautas y en los relatos de El libro de las revelaciones.

Ahora, en Bitácora del naufragio, atestigua desde su confinamiento los días extraños que vivimos y nos invita a “que aceptemos este desastre con frialdad, sin esperanza, pero también sin dramatismo, y tomemos algunas notas mientras nos hundimos”.

[Fuente: contraportada libro impreso]

La Calle 10 - Manuel Zapata Olivella


SINOPSIS:

Presentación

“¡Abajo la opresión! ¡Muera el mal gobierno! ¡Resistid a estos miserables verdugos!”, grita Mamatoco.

La calle 10 es un paseo turbulentísimo por la Bogotá de los años cuarenta. Es también el retrato de una ciudad que desapareció: atisbamos el paso del tranvía y las chicherías, vemos transitar las carretas y los mulos, e imaginamos las romerías atraídas por la iglesia de Santa Inés (demolida en 1957 por la ampliación de la carrera 10). Es, además, el intento de capturar el instante de hastío que enciende el fuego de una sublevación popular. Publicada en 1960, La calle 10 es la novela de Manuel Zapata Olivella que tiene su origen en la Bogotá en la que vivió su autor cuando estudiaba Medicina en la Universidad Nacional y en el ambiente de miseria e injusticia social que reinaba en esos años y que serían el caldo de cultivo de la descontrolada violencia que estalló el 9 de abril de 1948 tras el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. Dividida en dos partes (“Semilla” y “Cosecha”), Zapata Olivella hace primero un descarnado diagnóstico de las precarias condiciones de vida de la gente del pueblo y luego describe la euforia, el desmadre y el amargo desenlace de la revolución que se inicia por el crimen contra uno de los suyos. No obstante, con audacia literaria, Zapata Olivella nunca se refiere explícitamente a la asonada histórica, la del Bogotazo; en la novela, la chispa que enciende definitivamente los ánimos es el asesinato de “Mamatoco”, un periodista (negro, expolicía, exboxeador), presuntamente asesinado por las denuncias contra el gobierno. En esta novela “Mamatoco” se pasea por la calle 10 con el poeta Tamayo, con quien editaba y vendía La Voz del Pueblo, el periódico donde consignaban esas denuncias; y es en esa misma calle del centro de Bogotá donde muere, asesinado a cuchilladas —lo que resulta muy simbólico, pues en realidad murió en 1943, también tasajeado, en el parque Santos Chocano en el barrio La Magdalena—. Ante su muerte, un personaje vocifera: “Este es un crimen político. Los de arriba han querido silenciar su voz, la voz del pueblo, pero solo hacen que su grito sea más potente. Este crimen llevará su acusación más allá de la calle 10. Aquí no se ha matado un hombre, se ha herido de muerte a un pueblo…” (y ya sabemos a qué resuenan estas palabras).

Ya en esta novela, en clave neorrealista, se insinúan las inquietudes que encausarían la obra múltiple de Zapata Olivella: la cultura popular, la desigualdad social, el mestizaje, el papel de la herencia afrodescendiente en la historia colombiana. Y es movido por estas preocupaciones que nos presenta la galería de personajes misérrimos que viven, sobreviven y mueren en la calle 10 (de uno dice: “Necesitaba un cajón para enterrar a su Saturnina. Ni siquiera pensó en comprarlo, había perdido el hábito de usar dinero”): el carretero, el estudiante de Medicina, la beata, la prostituta adolescente, el policía vergonzante, la ventera revolucionaria, los niños limosneros, el señorito, el desplazado, la vendedora de naranjas, la revendedora de huevos… Sin duda, esta reunión convulsa de personajes arquetípicos es una muestra valiosa de la obra de Manuel Zapata Olivella, de quien se celebran (en 2020) cien años de su nacimiento: nació el 17 de marzo —“el mes de las aguas”— de 1920 en Lorica (Córdoba). Además de médico, antropólogo y folclorista, escribió novelas —entre esas “Changó, el gran putas”, su obra cumbre— y cuentos, obras de teatro y artículos periodísticos, crónicas y ensayos sobre las más diversas materias; fundó y editó Letras Nacionales, una revista literaria que se publicó a lo largo de 20 años (1965-1985) y tuvo 46 números; hizo circular la música popular colombiana en todo el mundo; reflexionó como pocos sobre la herencia africana en América, y con fundamento afirmó que los legados negro e indígena constituían la esencia de la identidad colombiana y americana (y de ahí su trashumancia por toda América Latina, por Estados Unidos y por África misma).

Da la impresión que todo lo que podía suceder en la Bogotá de los años cuarenta ocurría en la calle 10, y Zapata Olivella se encarga de hacernos una viva descripción de esto. Pero que el lector no se extrañe si siente que está leyendo sobre la Colombia de hoy, pues prima la sensación de que las motivaciones de los personajes, sus demandas sociales y la urgencia por un cambio siguen perfectamente vigentes. En algún momento, en una estación de policía, un personaje se pregunta: “¿A nombre de qué principio los condenaban al hambre y a la miseria? ¿Por qué mataban a sus hijos?”. Es posible que el lector de La calle 10, al igual que el personaje, se lo pregunte hoy también.

Fredy Ordóñez

[Fuente: https://idartesencasa.gov.co/sites/default/files/libros_pdf/LAV_151_La_calle_10_BD.pdf]