lunes, 27 de enero de 2025

Los mejores chistes verdes - Jocundo Lozano

 

SINOPSIS:

JOCUNDO LOZANO

Pocos datos se conocen de este chismólogo y chistólogo, pues él mismo reconoce que no recuerda muy bien cuándo nació porque entonces estaba muy chiquito y no sabía interpretar el calendario y el reloj. Lo que si recuerda es que algunos años después se hizo muy popular en la escuela por la interminable lista de malas notas en todas las materias, aunque la señorita Pepa, una de sus abnegadas maestras, manifestó que el precoz Jocundito antes de aprender a escribir papá y mamá, ya sabía de memoria la grafía de todas las palabrotas de la lengua española.

Así creció Lozano, como pudo, sobrellevando la mala fortuna de meter la pata en piñatas, visitas y posteriormente en fiestas de quinceañeras, grados, matrimonios y hasta en ceremonias de Viernes Santos.

Gracias a sus proverbiales simpatía y torpeza, es Doctor Honoris Causa en mamagallística, grosería, burléstica, impertinencia y bromistología, títulos que le han sido otorgados por las universidades de Jajaxford y Cacajarvard.

En el momento se encuentra preparando el siguiente libro de esta colección.

Otros títulos de Jocundo Lozano son: Los mejores chistes de borrachos, Los mejores chistes de Juanito, Los mejores chistes de pastusos, Los mejores chistes sexistas, Los mejores chistes de políticos, Los mejores chistes de sotanas y Los mejores chistes de animales.

[Fuente: solapas interiores del libro impreso]

El gran fracaso de la Fiscalía: 192 Niños Asesinados - Captura y confesión de Garavito: "la Bestia" - Mauricio Aranguren Molina

 

SINOPSIS:

El 21 de abril de 1999 en Villavicencio, Colombia, el Cabo de la Policía PEDRO BABATIVA, por iniciativa propia, detuvo a un presunto violador de niños. Solo tres meses después, la fiscalía se enteró que era LUIS ALFREDO GARAVITO CUBILLOS, el violador de 200 niños entre 1980 y 1992 y que, a partir de aquel año asesinó a otros 192 niños en Colombia y Ecuador. 19 años de crímenes.

Esta es su historia, su ruta asesina, sus ritos macabros y el aterrado grito de justicia de sus padres. Es una narración dramática y magistral de MAURICIO ARANGUREN, quien estudio 4500 folios de los procesos, decenas de periódicos, libros y entrevisto al asesino, a fiscales, investigadores y a los testigos en 12 ciudades.

Este libro revela la ineficacia investigativa y el GRAN FRACASO DE LA FISCALÍA GENERAL DE COLOMBIA.

[Fuente: contraportada libro impreso]

Los clásicos según Fontanarrosa -Roberto Fontanarrosa

 

SINOPSIS:

Los clásicos con humor

Teatro y cine, melodrama y radio, historieta y literatura... Cultura de las trasposiciones, vienen llamando semiólogos y estudiosos de la comunicación a esa deriva interminable en la que textos, medios y lenguajes intercambian reglas, espacios y retóricas, sufren mutaciones, reversiones y reescrituras, son citados, aludidos, misturados. Estos cruces siempre han acontecido de alguna manera, pero no con la virulencia y la riqueza con que se producen desde el siglo veinte a esta parte, bajo el influjo creciente de los medios masivos de comunicación.

“Los clásicos según Fontanarrosa”, una serie de historietas que parodian textos canónicos, es sin duda un producto representativo de esta cultura. Publicado en formato libro en 1999, la obra reúne trabajos aparecidos en la mítica revista Satiricón.

Según declaraciones del mismo autor, su trabajo sobre los clásicos no surgió por la presión que ciertas lecturas eruditas pudieran haber ejercido sobre un historietista profesional. Fontanarrosa intuyó que en los clásicos había un filón para explotar humorísticamente y por ello se abocó a la lectura de las adaptaciones infantiles de Billiken, al tiempo que recordaba sus tempranas lecturas de la colección Robin Hood o la escucha de algún radioteatro basado en un clásico literario. Sus versiones, en cierto sentido, se acoplarían así a una larga cadena de traiciones. Si se atiende a su etimología, la voz “parodia” sería algo así como cantar de lado, en falsete. En ese sentido, las parodias de Fontanarrosa estarían cantando con otra voz, en otro tono, las melodías clásicas. Un suerte de enunciación deforme, un contracanto apoyado en un pentagrama que hace de modelo pero al que no se quiere o no se puede, por cierta fatalidad existencial —la de ser un provinciano formado en la lectura de historietas y colecciones infantiles, por ejemplo—, serle fiel. Sin embargo, no por esto la transformación a la que se someten los textos cae en lo satírico.

En un trabajo sobre “la narración del humor” en la literatura argentina, el escritor Pablo De Santis señala que la convivencia con el modelo que supone la parodia en Fontanarrosa “es una acto de amor con respecto de aquello que es parodiado”, “un rescate, una salvación”. Si es cierto que todo chiste tiene que ver con una verdad, en la contratapa de “Los clásicos” el rosarino agradece la colaboración de aquellos autores “sin cuya inestimable, invalorable e involuntaria ayuda, no hubiese sido posible esta obra”. La factura del libro exhibe procedimientos que han sido explotados con solvencia en sus creaciones de más largo aliento, como “Inodoro” o “Boggie”. Su humor es preferentemente literario, esto es, muchas veces puede prescindirse de las imágenes —exceptuando “Pabis, Gurus, Laxos & Praxis” y “Moby Dick”, donde el dibujo gana expresividad— sin que el efecto cómico se deteriore o debilite. Fontanarrosa es harto sensible a los giros coloquiales, a los clichés, a las jergas, a los refranes, para viciar, viñeta a viñeta, el aire sagrado o solemne que pudiera desprenderse auráticamente de algunas de las historias de origen, que a veces parecen meros trampolines para lanzarse al disparate verbal. Para ello, suele asimilar rasgos de estilo —como las paráfrasis y las adjetivaciones en “La Ilíada” y en “La Odisea”, el hipérbaton y la aliteración en “Otelo”— para deformar los argumentos a través de referencias a la canción popular, las prácticas y costumbres nativas, los sucesos de la actualidad, los productos de consumo masivo. Esa relación desprejuiciada con la literatura que siempre exhibió Fontanarrosa desdice hasta cierto punto la invitación que recibiera por parte de la Real Academia Española o el mismo énfasis con que durante varias décadas algunos estudiosos —en un impulso populista o iluminista, según el caso— intentaron dotar a la historieta de rango literario, aseverando que se trataba de una “literatura marginal”, o de esteticidad alta, llamándolo “noveno arte”, cuando en realidad se trataba de un modo relativamente nuevo, masivo y artesanal a un tiempo, de contar historias con imágenes y palabras, en algunos casos, rebosantes de humor.

Publicado en "Señales", La Capital, 29/7/07 Diego Colomba

[Fuente: https://lasdelenguadelnacio.blogspot.com/2011/03/los-clasicos-segun-fontanarrosa.html]