SINOPSIS:
Periodista nacido en Bogotá, en 1910, muerto en la
misma ciudad, el 1 de febrero de 1982. Alfonso Castillo Gómez figura en la
lista de los mejores periodistas de humor de Colombia de los últimos tiempos.
Su obra, escrita en columnas que aparecían diariamente en El Espectador, El
Vespertino y la revista Diners, cautivó a los lectores, que convirtieron en
hábito buscar sus escritos en medio de los otros asuntos de la vida nacional.
Bogotano y de familia tradicionalista, "lo bogotano" aparecería a lo
largo de su obra como un ingrediente esencial. Su primera empresa periodística,
siendo todavía muy joven, fue la publicación de La Voz Infantil, que no vivió
mucho tiempo.
A los 20 años presenció la caída del partido
conservador por la división entre el general Alfredo Vázquez Cobo y el poeta
Guillermo Valencia; el resurgimiento del partido liberal liderado por Alfonso
López Pumarejo y Enrique Olaya Herrera; y el paso fugaz del Partido Republicano
de Eduardo Santos y Carlos E. Restrepo por la política colombiana. La oposición
entre el país parroquial de los años veinte, gobernado por el partido
conservador y la Iglesia, y el país progresista de la Revolución en Marcha de
López Pumarejo en los años treinta, influiría en las ideas políticas del joven
Castillo. Era liberal, pero no podía desconocer la fuerza conservadora que se
había enraizado en Colombia.
Así lo transmitió en su libro La Locolombia de
Leovigildo, en un capítulo titulado "Adiós a la política", en el cual
su personaje Leovigildo termina afirmando: En este país solamente hay dos
colectividades políticas tradicionales: el partido conservador y el partido
conservador. Esta sátira bien podría resumir su pensamiento sobre los partidos
políticos colombianos, a cuyos líderes pudo tratar por igual. El personaje de
Leovigildo, joven iluso y arribista que quería ser abogado y figurar en política,
pero apenas cuenta con un título de contador de una escuela de comercio,
encierra algunos rasgos biográficos de Castillo Gómez. Casado con la dama
cartagenera Rosa Valiente, con quien tuvo a su hija Rosario, después
enviudó (ver aclaración). Vivió un tiempo en
Cartagena, donde conoció entre otros, a Ernesto Carlos Martelo, con quien fundó
años después la revista Diners.
Se volvió a casar con Teresa Escobar y tuvo tres
hijos: Alfonso, Guillermo y Carolina. Castillo empezó como reportero, pero
pronto llegó a la posición de columnista gracias a su habilidad para el humor,
adquirida en las tertulias bogotanas de las que fue asiduo. El propósito de
Gabriel Cano cuando lo llamó a escribir una columna en 1948, fue consolidar el
periodismo de humor, que para él era la mejor forma de llegar al lector cada
mañana. Además, Castillo Gómez llegaba a El Espectador a llenar el vacío que
había dejado otra figura del género: Lucas Caballero Calderón "Klim",
que pasó a El Tiempo en 1942. Castillo Gómez escribió desde entonces su columna
"Coctelera" y posteriormente "Alkanotas", diariamente,
hasta que murió en 1982.
En El Vespertino, periódico de las tardes editado
por El Espectador entre 1964 y 1980, publicó "La noche que llega". En
1963 participó en la fundación, con otros periodistas y personalidades, del
Diners Club de Colombia y la Revista Diners. A partir de ese año empezó a
aparecer en Diners su columna "La Curul". Escribió hasta tres
columnas por día durante mucho tiempo. En 1971, cuando apareció el libro
Alkanotas, recopilando sus mejores columnas de esa época, el prologuista
Enrique Caballero escribió: Castillo es la sonrisa de Bogotá. En 1972 apareció
Coctelera: Diccionario zurdo, y en 1975, La Locolombia de Leovigildo. El
humor de Castillo Gómez era el rescate de las conversaciones diarias, de las
noticias curiosas de los periódicos, de las costumbres ridículas de los
bogotanos, etc., pero rara vez surgió de la crítica a los personajes públicos.
Aunque ejerció la crítica, no se recuerda un escándalo de prensa causado por
Alfonso Castillo Gómez.
Al contrario, mantuvo buenas relaciones con los
presidentes de la República y las figuras políticas que conoció. Fue notoria su
amistad con Guillermo León Valencia, de quien recibió la Cruz de Boyacá en
1965, con Misael Pastrana (fundó el Diners Club de Colombia a su lado) y con
Belisario Betancur. Cuando murió, el presidente Julio César Turbay Ayala
destacó en su mensaje de condolencia, cómo Castillo se había distinguido
siempre por su ingenio y caballerosidad. De él se dijo que quienes nunca lo
habían tratado se habían perdido lo mejor: su conversación y su sencillez.
Además de su trabajo periodístico, Castillo tuvo otros oficios: fue relacionista
público, ejecutivo de la Philips de Colombia, empleado de la Tropical Oil
Company en Barrancabermeja y, en un breve período, cónsul de Colombia en Nueva
Orleans.
Sin embargo, la otra actividad diferente a escribir
por la que más se le recuerda, es la de haber sido presidente del Círculo de
Periodistas de Bogotá (CPB) en nueve oportunidades. Fue gracias a su gestión
que se construyó la última sede en que funciona esa entidad. Justamente antes
de morir de un infarto, el 1 de febrero de 1982, estuvo calificando en su lecho
de la Clínica Shaio (a donde había ingresado por urgencias dos días antes), los
trabajos que concursaban por los premios que el CPB otorga todos los años el 9
de febrero (día del periodista en Colombia) a los mejores de cada género.